EROSKI/CONSUMER
- A falta de empresas que contraten, cada vez más españoles se deciden a crear la suya.
- Se recomienda tener conocimientos sobre el negocio que se quiere emprender, creer en el proyecto y ser constante y organizado.
- También conviene haber estudiado el entorno y las posibilidades reales del negocio.
La crisis ha convertido el autoempleo casi en la única opción de trabajo, sobre todo entre los más jóvenes. En julio de 2013, como señalan desde la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA), cada día hubo 145 autónomos más y el 53% de quienes crearon una nueva empresa fueron jóvenes de edades comprendidas entre 20 y 30 años.
Pero para conseguir vivir de un negocio no basta con querer ponerlo en marcha, sino que hay que emprenderlo con las mayores posibilidades de éxito. En el presente artículo de Eroski Consumer se señalan algunas claves para que la empresa que se inicia pueda triunfar, como creer en el proyecto, tener formación, ser constante y organizado o haber estudiado antes el entorno y las posibilidades reales del negocio en cuestión.
Así, a falta de empresas que los contraten, cada vez más españoles se deciden a crear la suya propia. El autoempleo se consolida como una opción nada despreciable para salir de la crisis y el paro.
Pero, ¿qué se debe tener en cuenta antes de lanzarse a la acción? ¿Cómo asegurarse el éxito? Aunque no hay una varita mágica que toque un negocio y lo haga florecer, sí hay una serie de claves que pueden ayudar a saber si se saldrá airoso con la idea empresarial. Lo que nunca debe faltarle a un candidato al autoempleo es lo siguiente:
Tener confianza en sí mismo, y en su proyecto. Uno de los factores más importantes, si no imprescindible, para poder triunfar es ser consciente de la propia valía, además de saber que se es capaz de llevar un proyecto adelante. Hay que estar convencido de lo que se hace, y defenderlo.
Contar con el apoyo de su familia y allegados. Un proyecto de autoempleo resulta muy difícil de sacar adelante si no se cuenta con la confianza, el apoyo y la colaboración de todos los miembros de la familia. Además, familia y amigos son las personas que hablan con más sinceridad, por lo que siempre conviene hacerles partícipes de la idea y escuchar sus opiniones, críticas y consejos al respecto.
Tener clara la motivación que impulsa a la creación del negocio. Económicas, de realización personal, búsqueda de independencia, tener una empresa como inversión... hay miles de razones, tantas como emprendedores, para decidir montar un negocio. Todas son válidas, pero hay que saber a ciencia cierta qué motiva el proyecto, ya que será el motor que lo impulse.
Estar preparado de forma profesional y reciclarse de manera permanente. Hay que tener conocimientos, pues sin la formación o los estudios necesarios para poner en marcha un proyecto concreto es muy difícil que las cosas salgan bien. Conviene tener cursos de gestión o de contabilidad, según el tipo de empresa que se desee montar. Pero si de un defecto de formación deriva una mala calidad, el fracaso está garantizado.
Dominar el sector y estudiar las necesidades del entorno. Nunca hay que emprender un proyecto si no se sabe la posible repercusión del mismo. Hay que hacer un estudio para asegurarse de montar el negocio en el momento y lugar oportunos. Además, es difícil tener éxito si no se conoce con suficiente profundidad el sector en el que se desarrollará después el trabajo diario.
Fijarse objetivos que se puedan alcanzar. En los negocios, conviene no tener prisa. Todo llega, por lo que es mejor ponerse metas que se puedan ir alcanzando poco a poco, no tratar de lograr objetivos imposibles desde el primer momento.
Consultar otros proyectos y experiencias. No es imprescindible hacerlo, pero hablar con otros emprendedores que hayan pasado por lo mismo puede ser muy enriquecedor: se obtiene una visión más general y puede ayudar a conocer los problemas a los que tuvieron que hacer frente y cómo consiguieron superarlos.
Tener capacidad de organización. Es una cualidad esencial. Sin organización no se puede trabajar, y es imprescindible tanto para no perder el control cuando hay mucho trabajo, como para saber llevar la situación cuando haya parones o menos movimiento.
Ser muy constante. Otra cualidad que no debe faltar a ningún autoempleado es la constancia, la tenacidad. A ellas debe unirse el entusiasmo y, de este modo, será difícil desanimarse y más fácil obtener el esperado éxito.
Rodearse de un buen equipo. Aunque se empiece poco a poco, en ocasiones no es posible organizar todo uno mismo, y es esencial contar con la gente idónea. Las personas que trabajen con el emprendedor serán la base sobre la que se asiente el proyecto, ya que serán de utilidad tanto para asumir diversas tareas como para aportar distintos puntos de vista.
Es muy importante también que los miembros de un equipo encajen entre sí para que el negocio de autoempleo tenga éxito. Por ello, conviene prestar especial atención a las personas que trabajan en el proyecto y conocer de primera mano cualquier incidente que pueda surgir.
Ser capaz de asumir riesgos y no temer al fracaso. La vida es de los valientes... Sin ser una persona que se lanza al vacío sin red, conviene tener un poco de osadía, pues es más fácil percibir las oportunidades. Si no se tiene carácter para asumir riesgos, mejor no embarcarse en una empresa de autoempleo, ya que esta implica realizar una inversión que puede salir bien o no.
Tener capacidad para la autocrítica. Las personas autocomplacientes rara vez alcanzan el éxito, sea en el ámbito que sea. Si siempre se está satisfecho con lo que se hace, y no se tiene una mínima capacidad de autocrítica, será difícil que un proyecto prospere y crezca. Hay que conocerse bien, conocer a fondo las virtudes y los defectos propios, así como las debilidades y fortalezas del proyecto y del entorno.
Ver las ventajas de la innovación y saber adaptarse a los cambios. La flexibilidad es una gran virtud, que en los negocios es clave. Es muy importante saber encajar cualquier tipo de imprevisto y adaptarse a los cambios y el progreso. Son numerosos los negocios que han echado el cierre ("renovarse o morir") por no saber adaptarse a las nuevas tecnologías o necesidades de sus clientes. En cualquier trabajo, y más en una empresa, hay que ser creativo y abierto y no dejar nunca de innovar.
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